El tsunami desatado por Byron (o Bayron) Castillo

Imagen de Byron Castillo difundida por la Ecuafútbol, en su posteo por el Día de las Madres, este 8 de mayo del 2022.

El caso de Byron Castillo se proyecta como uno de los episodios más intensos, polémicos e impactantes del fútbol de este siglo. Quizás en Ecuador, país acostumbrado desde el fraude de Moisés Cuero (1999) a que cada cierto tiempo aparezcan líos de papeles con los futbolistas, no se dimensionó adecuadamente por qué en Chile, y ahora en los medios del mundo, el caso de Byron, o Bayron, haya desatado tremendo escándalo.

La demanda de la Federación de Fútbol de Chile ante la FIFA para pedir nada menos que los puntos de los cotejos en que jugó Castillo y, como lógica consecuencia, el cupo en Catar 2022 en lugar de la Tricolor, fue un acto percibido en Ecuador como gracioso, exagerado e incluso poco realista. Pero la FIFA, este 11 de mayo, anunció que analizará el reclamo de Chile ¡e invitó a Perú a opinar sobre este asunto! O sea, esto se está volviendo más serio de lo previsto por aquellos que opinaban que solamente en la cancha se resuelven los partidos y que sugerían pedir a los chilenos que compraran televisores 4k para ver el Mundial.

Vamos a explicarlo por partes.

-El fútbol es política
La verdad del fútbol suele estar en la cancha, pero no hay que olvidar que el fútbol también es política y asuntos de escritorio. Basta una mirada por las redes de los medios de comunicación para admitir que Chile ha logrado posicionar eficientemente la idea de que algo extraño hay con Byron Castillo. Han circulado todos sus líos anteriores como el rechazo público de Emelec, su ausencia a última hora de una competencia internacional, documentos de Colombia y documentos del Registro Civil de Ecuador. Este último es clave, pues ahí se dice que no existe un acta de nacimiento en Ecuador.

Para reforzar la idea, han aparecido notas que recuerdan que, desde el triste caso Cuero, los escándalos de alteraciones de identidades y de edades han sido tantos, que la Ecuafútbol debió contratar investigadores de la Policía para atrapar a los tramposos a lo largo de estas dos décadas. De hecho, justamente uno de esos detectives atrapó a Castillo.

Chile, en otras palabras, ha sido arrasador en su narrativa: Castillo nació en Colombia y nunca se nacionalizó ecuatoriano, sino que cambió ilegalmente de nombre y edad. Por eso, no debió jugar nunca en la Tricolor. Y desde Ecuador se ha contribuido a su pesar con esta narrativa, pues Castillo no ha dado declaraciones contundentes y más bien optó por lanzar memes en sus cuentas y reírse de los dirigentes chilenos, un suicidio de relaciones públicas. En efecto, al no colocar fotos o documentos en sus redes, Castillo más bien parece uno de esos personajes de antecedentes misteriosos, como el Capitán Nemo, de 20 leguas de viaje submarino.

-El fútbol es política, parte 2
Ecuador ha fallado en lograr que cale su postura legal más allá de la frontera, pero no por eso es desdeñable. La narrativa de la Ecuafútbol es que un juez constitucional ecuatoriano ordenó, luego de todos esos incidentes recopilados por Chile y la prensa, que Castillo goce de absolutamente todos los beneficios de un ecuatoriano por nacimiento, incluyendo portar pasaporte. Se ordenó que su acta de nacimiento se reconstruya.

Claro, esto es un tema entre legal pero también de sentido común: Castillo ha vivido desde bebé en Ecuador (asumiendo que nació en Tumaco), nunca jugó para Colombia ni en Colombia y está absolutamente integrado a la identidad ecuatoriana. Todo esto sí está demostrado.

Castillo está muchísimo más integrado a Ecuador que, por ejemplo, el ango-chileno Ben Brereton con respecto a Chile. Brereton nació en Stoke-on-Trent, vivió su infancia y adolescencia en el Reino Unido, incluso jugó para las selecciones formativas de Inglaterra. Su castellano no era precisamente el que maneja la escritora Isabel Allende. Pero Brereton hizo los papeles para obtener la nacionalidad de su madre y jugar por Chile, como ocurre en todos los países del mundo.

En efecto, este esperpéntico drama se reduce a esta premisa: ¿Castillo debió nacionalizarse o bastaba la resolución del juez para jugar como ecuatoriano? Este cuestionamiento al protocolo de nacionalización es lo que la FIFA debe analizar. Y su resolución marcará un precedente.

La pregunta que brota es por qué Castillo no se nacionalizó antes. O mejor dicho, ¿por qué su familia o los dirigentes de sus equipos o los empresarios no impulsaron el trámite de nacionalización? En Ecuador y otros países, las nacionalizaciones por «servicios relevantes» son comunes. Pero, en este caso, iniciar el trámite de nacionalización implicaba reconocer que hubo dolo con los documentos previos y que en realidad era Bayron y no Byron; por lo tanto, Castillo hubiera sido suspendido, como le pasó a Alexander Domínguez, cuya anécdota contada por Claudio Borghi ha sido una obra maestra de la comunicación en favor del Chile. La tragedia de Castillo, talentoso jugador considerado el mejor lateral de la región, es que se ha pasado media vida esquivando esa sanción para, en una ironía del destino, terminar cayendo en la controversia más grande de los últimos años.

-El fútbol es política, parte 3
La FIFA no la tiene fácil. Nunca un equipo clasificado a un Mundial ha sido descartado por temas de alineaciones inadecuadas. Israel, que parecía tener el cupo asegurado para Suecia 1958, fue obligado a jugar una repesca con Gales y perdió. Y eso es todo. Ecuador, además, debe jugar el partido del acto inaugural con el anfitrión.

El contexto no ayuda a tomarlo con calma. La FIFA, por un lado, debe hacer valer la reglamentación. Por el otro, la reglamentación no puede estar por encima del sentido común y las leyes. Tanto Chile como Ecuador tienen argumentos para que los abogados discutan y discutan y no se pongan de acuerdo. Es una enorme pena que el sonido de los seguros de los maletines reemplacen al sonido de los hinchas en los estadios. Quizás esto acabe en una sanción para Castillo, una multa para Ecuador y nada más. Pero, tanto en fútbol como en política, siempre hay espacio para las sorpresas, como lo indica que Perú entre en este baile de incertidumbre.

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