Se fue el décimo día del Mundial y también las ilusiones de la afición ecuatoriana, la cual esperaba el pase de la Tricolor a los octavos de final. Quizás eran ilusiones basadas más en lo emotivo que en lo objetivo, porque Ecuador nunca fue el favorito del grupo A.
De hecho, se cumplió más o menos lo previsto: definir el pase con Senegal, el campeón de África cuyos titulares militan en las ligas top de Europa. Quizás el camino fue lo que infló las expectativas, ese triunfo aplastante sobre Qatar, los números anecdóticos de Enner Valencia y ese absoluto sometimiento a Países Bajos. Y solo bastaba el empate para clasificarse. ¡Cómo no ilusionarse!
Senegal, en todo caso, sí cumplió las expectativas. El equipo del DT Aliou Cissé, uno de los héroes del Mundial del 2002 como jugador, fue tan duro y rigurosa como se esperaba. Fue evidente la diferencia física y sobre todo de experiencia. Incluso entre entrenadores, quedó claro que Cissé sacó provecho a los 7 años que lleva al frente de los Leones de Teranga.
Ya habrá tiempo para un análisis al detalle del proceso de Gustavo Alfaro, que cierra con algo de dolor su meritorio ciclo con Ecuador. Fue un error especular con el empate. Y luego se equivocó en los cambios del tramo final, que pintaban a traición a sí mismo. Por ejemplo, no mandó al campo de juego al grandote de Kevin Rodríguez, pese a sui defensa de por qué lo necesitaba, aunque nunca hubiera jugado en la Serie A.
Alfaro no se mostró muy autocrítico en la rueda de prensa. La dio como exseleccionador, pues su contrato con la Tri acabó con el Mundial. Pero parecía que también la daba como exentrenador, porque Alfaro puso en duda no solo si seguirá en Ecuador, sino también si seguirá en el oficio mismo. Visto de otra manera, el argentino se declaró muerto para ver quién le llora.
El dolor de los jugadores por la eliminación fue conmovedor. Y cómo no va a dolor si Ecuador ya tenía un pie en octavos de final y, de repente, Senegal le tiró de la camiseta, entró primero y cerró la puerta. Desgarrador. Y lo peor es que Ecuador se convierte en el primer equipo desde 1930 que, tras ganar el partido inaugural, no se clasifica a la siguiente fase.
Países Bajos, que jugó los tres cotejos de su llave con una pereza incomprensible, ganó el grupo A tras un triunfo 2-0 sobre Qatar, que se convirtió en el peor seleccionado anfitrión de la historia: sin puntos y con apenas un gol anotado. De esta manera, no hubo sorpresas en la tabla final.

El grupo B tampoco tuvo un final fuera de pronóstico. Inglaterra, que jamás ha sido derrotada por Gales en un cotejo oficial, mantuvo su paternidad, se impuso por 3-0 y ganó la llave. Fue el primer enfrentamiento de estos seleccionados británicos, que por concesiones de trasfondo histórico tienen el privilegio de jugar aparte, sin el cobijo de la Unión Jack.
Gales fue una lágrima en todo el torneo. Apenas mostró algo de eficacia en el segundo tiempo ante Estados Unidos. Fue más triste el papel de su crack y capitán, Gareth Bale, sustituido al descanso debido a una lesión.
Hubo más emotividad en el triunfo de Estados Unidos por 1-0 sobre Irán. Claro, está la rivalidad política de sus Estados. Los periodistas iraníes pusieron picante a la previa con preguntas incómodas hacia los americanos:
Pero también estaba en el ambiente de alta tensión en el equipo persa, que esta vez sí cantó el himno nacional que exalta a la Revolución Islámica de los ayatolas. Tampoco le pusieron mucho entusiasmo que digamos.
Sí hubo esfuerzo por parte de los iraníes en la cancha, aunque Estados Unidos fue el dominador del cotejo. El equipo del DT Gregg Berhalter se lució colectivamente, pero se destacaron Christian Pulisic con su liderazgo (al menos hasta que se lesionó y salió al hospital, pero luego se aclaró que sí estará disponible para el juego de octavos de final) y Timothy Weah con su repertorio de desmarques y remates.
Estados Unidos acude a Qatar con un equipo joven, el cual se proyecta al Mundial del 2026 en su territorio. Por lo pronto, parece que el proyecto marcha con buen pie. Pero luce mucho mejor el roce que los jugadores estadounidenses han adquirido para comprender que el fútbol va más allá de la política. El deporte es político, sí, pero sobre todo es humanista.



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